domingo, 2 de agosto de 2009

Marilyn Manson: entre el bien y el mal

Irritado por todas las supuestas mentiras que se publican acerca de su persona, la bestia vuelve a rugir. En esta ocasión se trata de una amenaza seria a todos aquellos periodistas que atentan contra la verdad. ¿Será un farol? ¿O dentro de unos días estaremos hablando de la primera víctima a manos de un artista reventado por la falta de rigor profesional?

Marilyn Manson

A diario, en la portada o en las páginas centrales de innumerables revistas, periódicos o portales cibernéticos salen a la luz noticias que poco o nada tienen que ver con la realidad. Si eres una celebridad, parece que por tener mucho dinero y estar expuesta a los medios de comunicación, estás obligada a entrar en el juego y, sin abrir la boca, soportar las íntimas barbaridades que se propagan a tus espaldas por el mundo entero. Pura carne de cañón.

Sin embargo, mientras la mayoría de los afectados se resignan ante la aparente imposibilidad de cambiar este nuevo orden mundial regido por un periodismo de baja escuela, otros como Marilyn Manson se han cansado de tener que tolerar insultos baratos. Y sino, lean su declaración de guerra publicada en myspace:

“Si otro periodista hace un comentario arrogante sobre mi banda o sobre mí, iré personalmente o con ayuda de mis fans a saludarlo a su casa para descubrir cuánto cree en la libertad de expresión. Los desafío a todos a escribir una cosa más que no me dirían en la cara. Porque haré que me lo digan. De esa manera, es una amenaza”.

Marilyn Manson amenaza a los periodistas que faltan a la verdad

NUNCA MÁS

Aparentemente molesto al leer, entre otras cosas, que un redactor del semanario californiano LA Weekly le definía como “un cocainómano paranoico que en nada se parece al personaje gótico que muestra”, el autor de ‘The Beautiful People’ a pesar de tener toda la razón, quizá se equivoque en las formas al incitar de esa forma a la violencia.

Aunque todo parece indicar que no acabará por cumplir su palabra, ¿quién podría asegurar lo mismo en cuanto a sus seguidores se refiere? Porque por algo se les denomina fan, de fanáticos, léase “que defienden con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones.”

En cualquier caso, resulta sorprendente que la inmensa mayoría de esos articulistas o paparazzis de turno no se hayan visto nunca enfrentados a sus respectivas víctimas en un duelo salvaje. Muchos de ellos, irrespetuosos, se merecerían alguna que otra lección definitiva. Porque ahí donde acaba la libertad de expresión empieza la sagrada e impenetrable intimidad.